8 de mayo de 2011

El mecenazgo según Churriana

Nuestro churrianero pintor y su mecenas durante los trabajos en la sala

Vaya por delante el reconocimiento como pintor de D. Diego Canca y la admiración hacia su manejo de las técnicas pictóricas, como se puede comprobar en las numerosas exposiciones que ha realizado en Churriana y en diversas publicaciones donde aparece su obra.

Es a partir de la creación de la Sala Municipal de Pintura Diego Canca en los sótanos de la Casa de la Cultura cuando se suscita la necesidad de plantearse el modo en que ésta se ha producido.

“De bien nacidos es ser agradecidos”, dice el refrán. En este sentido, el Ayuntamiento de Churriana ha agradecido al artista su encomiable -y suponemos que pagada- labor al frente de la Escuela Municipal de Pintura, adoptando el proyecto presentado por el pintor de convertir un sótano en sala permanente de exposiciones dedicada en exclusiva a la obra de dicho pintor. Dicho y hecho: el pintor presenta un proyecto, a alguien le gusta y decide llevarlo a cabo, destinando un espacio público a la exclusividad de la obra de un solo artista.

Por parte de D. Diego no se observa nada ajeno al planteamiento de una idea desde su posición como ciudadano, pensando en que dicho proyecto puede beneficiar a su pueblo de adopción y, por ende, a sus convecinos. Todo ello desde una postura presuntamente altruista en principio. Ejemplos de esto hay en muchos pueblos y ciudades del mundo en los que se ofrece al público una muestra de la producción artística de ciudadanos que son naturales o residentes de dichos lugares y cuyo reconocimiento sobrepasa las fronteras locales, provinciales o nacionales. Nada que objetar.

En cambio, por parte de quien ha tomado tal decisión y es responsable de ella, el asunto presenta algunas interrogantes y algunas opiniones al respecto:

Para empezar, habría que preguntarse en base a qué criterios se ha tomado la decisión, ya que -al tratarse de un edificio público- supone la cesión de un local público y la asunción de unos gastos con cargo a los impuestos de la ciudadanía en “favor” de un particular. Se puede pensar que el equipo de gobierno ha tomado dicha decisión y la ha ejecutado como quien está acostumbrado a pensar que su ideología, los votos de la mitad del pueblo más uno para cuatro años -esta práctica es lamentablemente común en los políticos del PP y del PSOE de este país-, su entorno de amistades o sus preferencias estéticas personales, les autoriza para hacer y deshacer sin más consideraciones. Cabe pensar también que la cesión de un espacio público en exclusiva a un único artista deja sin tal espacio a otros artistas que a la sazón son contemporáneos del mismo, no gozan de las mismas oportunidades y no disponen de dicho espacio ni de semejante aprecio artístico por parte de un gobierno municipal democrático. Y se podrían realizar múltiples comparaciones -siempre odiosas- entre el trato dispensado a un artista y el dispensado a otras personas que destacan en diversas disciplinas: ¿se imaginan destinar exclusivamente a un escritor local una parte de “nuestra” biblioteca -por eso se llama pública-?, ¿o reservar una calle de la piscina pública en exclusiva para una campeona de natación?, ¿o restringir el tráfico de una carretera para uso exclusivo de campeones de ciclismo?... La historia del arte, no obstante, tiene uno de sus pilares clásicos en la figura de los mecenas públicos y privados que de forma unipersonal potenciaron la obra de enormes artistas, al tiempo que truncaron y despreciaron las carreras de enormes cantidades de artistas.

Expuesto lo anterior, se puede entrar en el debate sobre la obra expuesta. Reiterar que es un placer contemplar las obras de D. Diego Canca anteriores a las que pinta en la susodicha Sala Municipal. Cuesta comprender que un pintor, de demostrada sensibilidad y probada destreza pictórica, haya realizado tal viaje -desde sus originales posiciones hiperrealistas fronterizas con cierto surrealismo, hasta unas obras en las que los motivos paisajísticos churrianeros se mezclan con dudoso éxito con los aportes surrealistas- para concluir en unos resultados que lo acercan a lo que se conoce como pintor de cámara o pintor de encargo. Cualquiera se puede preguntar si tal viraje artístico responde a una posible "negociación" entre el artista y su churrianero mecenas (nuestro Ayuntamiento) o a una etapa churrianera de su obra, en cuyo caso habrá que prestar atención a su próxima producción.

Hace poco apareció en los buzones de nuestro pueblo un pasquín de nuestro Ayuntamiento anunciando la inauguración, a bombo y platillo, de la Sala. Inmediatamente apareció otro pasquín del PSOE haciendo una valoración apresurada, desafortunada y política, de la Sala. Y, a continuación, un tercer pasquín firmado por D. Diego Canca en el que respondía al anterior (excusatio non petita, accusatio manifesta) dando su particular versión sobre el tema y, entre otras cosas, haciendo una valoración de mercado del legado que donaba al pueblo de Churriana. Falta un cuarto pasquín en el que se ofrezca la valoración de mercado de la controvertida Sala y la revalorización en el mercado que su existencia supone para la obra del artista.

Desde aquí, sólo se pretende -como se ha dicho- analizar la forma en que se ha planteado y realizado la Sala Municipal de Pintura Diego Canca con la esperanza de que la demo(pueblo)cracia(poder) se asiente en las decisiones de cualquier corporación que salga de las urnas el próximo 22 de mayo.

Suerte, Churriana.

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